
Me hago grande cuando asumo la responsabilidad de mi destino.
Ya no espero que vengan a rescatarme o a favorecerme, sino que me pongo en el asiento del conductor y empiezo a elegir la dirección que le doy a mi energía.
Y no se trata de esforzarme y luchar incansablemente, pues ese es el camino difícil. Se trata de cambiar mi manera de pensar para emitir una vibra más positiva.
Cuando pongo mi atención en las cosas que me gustaría vivir y por qué quiero vivirlas, produzco cambios en mi mente que me abrirán puertas en esa dirección. Lograré ver oportunidades donde antes no las veía, se me ocurrirán ideas que antes no tenía y sentiré fuerza cuando antes me sentía aplastad@ por la realidad.
Si me asusto con esta idea es porque estoy poniendo mi atención en los obstáculos, los fracasos anteriores y las limitaciones que he visto en el pasado. Y si sigo ese camino, me toparé con obstáculos, fracasos y limitaciones.
Justamente este es el asunto: mi pensamiento es causa, mis condiciones de vida el efecto.
Por eso, pongo mi atención en lo que quiero y por qué lo quiero. Así, la vibración que genero es de pura energía positiva.
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