Cerrando Ciclos

Cierro los ciclos que me producen una emoción negativa recurrente y que se fugue mi energía. Los cierro en un nivel de frecuencia más alto que el nivel en que lo abrí.

Cerrando Ciclos

Introducción

Los días son ciclos, los años son ciclos, una relación es un ciclo…

Es mi naturaleza vivir de ciclo en ciclo, ciclos dentro de otros ciclos y todo dentro del gran ciclo que es mi vida.

Mi historia personal es una incesante progresión de ciclos, algunos bien cerrados y completos y otros desafortunados.

Esos ciclos mal cerrados todavía duelen, algunos me atemorizan y otros me provocan lástima.

Generan una emoción recurrente- que regresa de cuando en cuando, que me hace sentir mal y que provoca que se fugue mi energía cada vez que pienso en eso.

  • Quiero aprender a sanar esas heridas viejas.
  • Quiero cerrar el ciclo, aún en “su” ausencia.
  • Quiero aprender cómo cerrar los ciclos sanamente y dejar ir.
  • Quiero ser quien conduce el proceso y no su víctima.
  • Quiero cerrar las fugas de energía y esas emociones recurrentes.
  • Quiero cerrar esta etapa en un nivel de frecuencia más alto que al inicio.

Nota: Dependiendo del tipo de taller, se abordarán todos o sólo algunos de esos temas.

Estos temas los abordarmos en cuatro sesiones en las que aprenderemos a cerrar esos eventos incómodos o no deseados en un nivel de vibración más alto que el nivel en que los abrmos. Además, aprenderemos cómo reconocer cuándo estamos abriendo un ciclo con expectativas que nos llevarán por caminos no deseados. Aprenderemos también a abrir ciclos de manera constructiva, que nos llevarán a destinos felices y que beneficiarán también a las personas que nos rodean.

Sin embargo, antes de entrar a resolver las resistencias que generan los ciclos mal cerrados, es importante aclarar la base desde la cual abordaremos el proceso:

Busco una perspectiva elevada para observar en mi vida los ciclos habituales. Desde allí puedo manejar mejor la información y desde allí podré abordar adecuadamente los ciclos específicos.

 

1.1- Mi propósito de vida y mi valor

Lectura previa: Curso autenticidad

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Mi propósito en la vida es un tema muy distorsionado que se confunde generalmente con lo que se espera de mí. Mi valor es otro campo en el que hay mucha confusión. Quedaré muy claro en estos aspectos, identificando además la base y el propósito de mi vida.

Abraham Hicks[1] explica que el propósito de mi vida es la alegría, la base de mi vida es la libertad y el resultado es el crecimiento. Veamos cada uno de estos puntos por separado:

Mi propósito es la alegría

Todo en mi vida lo hago porque pienso que al hacerlo voy a estar mejor, voy a ser más feliz.

Pienso en esto:

Estudié, trabajo, tengo ciertos amigos, tengo o busco pareja, quiero familia, quiero mi propia casa, quiero ser útil a la sociedad, quiero justicia, quiero superarme, todo con la intención de ser y sentirme mejor al lograrlo. Así es como estoy estructurad@. Mi organización energética funciona con ese propósito.

Al sembrar una semilla de aguacate en mi jardín, sólo espero de esa semilla que nazca, crezca y florezca para que me dé sus frutos.

Mi expectativa es que sea un árbol feliz y que se desarrolle plenamente, de acuerdo en todo con los genes del aguacate. Es decir, sólo espero que sea un aguacate y lo que menos necesito es que se esfuerce por ser un mango.

Esto lo entiendo bien y hasta parece ridículo que lo use de ejemplo, pero en mi experiencia cotidiana, me han inculcado que debo ser de una u otra manera y se espera de mí que alcance ciertas cosas, como lo hacen y han hecho tantas otras personas que debo aceptar como mi modelo.

“Sea como su abuelo que es tan respetado, estudie la carrera del vecino que le resultó tan exitosa, aspire a tener las cosas que tiene aquél amigo que vive en tanta abundancia.”

Siendo un aguacate, me han pedido que estudie para dar mangos ¡y hasta naranjas! para ser una persona de valor, respetada y reconocida por la sociedad. Y claro, un aguacate batallando toda un vida por dar mangos, nunca va a encontrar la felicidad.

En mi proceso de crecimiento, me han dicho una y otra vez cómo debo ser, qué debo hacer y qué debo tener.

En mi caso personal sólo recuerdo a una persona, mi abuela materna, que me dijo: “mire m’hijito, haga lo que haga, asegúrese de ser feliz haciéndolo”.

Mis padres, mis maestros, mis guías y mis amigos, de muy buena intención, siempre me dijeron qué era lo mejor para mí. Siempre dándome instrucciones desde afuera. Nadie, o casi nadie, se enfocó en preguntarme qué es lo que yo quería hacer de mi vida; qué es lo que yo traía por dentro. Por supuesto que yo me lo pregunté muchas veces, pero las voces de autoridad dentro de mí me confundieron mucho.

El punto es que mi propósito en la vida es ser feliz siendo lo que soy en lo más profundo de mi ser. Es permitirme ser auténtic@, lo que soy por dentro, y dejar de seguir las instrucciones que recibo desde afuera.

Volviendo al aguacate, sólo espero que la semilla se ocupe de crecer y florecer según sus propios genes y sea muy feliz en ese propósito.

En estos tiempos, ¿cuántas personas conozco que son felices? ¿Cuántas personas están contentas siendo como son, teniendo lo que tienen y haciendo lo que hacen?

Observo en aquellas personas que sí están plenamente alineadas con su propósito vital, como están satisfechas con quienes son y con lo que hacen.

Ver a una persona feliz es uno de los mayores espectáculos de este mundo.

Puedo entonces afirmar que, al cumplir mi propósito de vida (lo que anhelo desde lo profundo de mi ser), traigo el cielo a la tierra (alegría, felicidad).

Y ¿cómo hago para saber si voy en el camino correcto para mí?

Miro hacia adentro y no hacia fuera. Busco dentro de mí, en vez de aceptar lo que se me indica desde afuera.

Sabré si estoy cumpliendo con mi razón para vivir por cómo me siento. Tengo una guía interna que me genera una emoción muy constructiva cuando me respeto, cuando me doy el espacio, cuando me escucho, cuando permito que brote en mí la alegría.

En mi alegre camino hacia la felicidad descubriré todo lo que quiero ser, tener y hacer (los pasos a seguir los defino por inspiración, como veré más adelante). Si el camino es alegre, asimismo lo será el destino; y lo contrario también es cierto.

Por otro lado, claro que yo he tenido mis momentos de alegría. Observo que en esos momentos he sido yo mism@, sin pretender ser lo que no soy.

Ejercicios en la bitácora:

El objetivo de estos ejercicios es que yo comprenda cómo toda situación tiene implicaciones físicas, emocionales y mentales. Si no preciso alguna sensación, emoción o pensamiento, las imagino en función de la memoria general.

Tiempo recomendado: 10 minutos por ejercicio, para un total de 30 minutos (1 minuto por recuadro). Es importante que pueda cumplir con ese tiempo para fluir y disparar la energía. Ver ejercicios.

  • Anoto 3 momentos en mi vida en que me he sentido muy alegre. Expreso las sensaciones en mi cuerpo, mi gesto, mi postura, mi manera de caminar y de expresarme.
  • Indico en una escala de 1 (feo) a 10 (rico) qué tan bien recuerdo haberme sentido.
  • Anoto cuántas veces al día me siento de manera similar y cuántas veces quisiera sentirme así.
  • ¿Cuál ha sido mi propósito en la vida hasta este momento?
  • Si lo que veo no me gusta, ¿cuál quiero que sea de ahora en adelante?
  • ¿Cómo me siento al respecto? Verifico con la emoción que me provoca, cada opción que reviso.
  • Comparto con mi grupo.

 

La base de mi vida es la libertad

El siguiente punto es que la base de mi vida es la libertad. Yo puedo ser, hacer y tener lo que yo elija.

En teoría lo sé, pero ¿cuánto ejerzo en verdad esa libertad? ¿En la última semana, ¿cuántas veces he ejercido esa libertad?

Los libros sagrados lo dicen: tengo libre albedrío… Es cierto que puedo elegir ir a un lugar o no ir. Eso es en lo pequeño. En lo grande, puedo elegir ser el árbol de aguacate del ejemplo anterior o, a pesar de ser un aguacate, elegir intentar ser uno de mango. Esto último es lo que pasa con tanta gente que termina frustrada por nunca llegar a su destino.

En lo que me interesa acá: soy libre de ser quien soy en lo más profundo de mi ser, pero tengo la libertad de tratar de ser lo que mi jefe, mis guías, mis padres, mis hijos o mi pareja esperan de mí.

Puedo hacer lo que yo más quiero o puedo hacer lo que los demás esperan que yo haga. Puedo vestir como yo quiero o puedo responder al qué dirán. Puedo elegir en qué creer o aceptar lo que las autoridades me indican que debo creer.

Pero, aún más profundo, ¿elijo con libertad los pensamientos que pasan por mi mente? Muchos responderán de inmediato que sí, pero en verdad pocas veces esto es cierto.

Si tengo aproximadamente un pensamiento por segundo, serán 60 por minuto, tres mil seiscientos por hora y digamos que unos cuarenta mil al día. De esos, ¿cuántos son constructivos y cuántos negativos? Una respuesta honesta es importante.

Si tengo tantos pensamientos negativos y de verdad yo los elegí, ¿qué clase de amor tengo por mí mism@? ¿Cuánto voy a crecer con esa clase de pensamientos? ¿Hacia dónde me lleva todo eso?

Tal vez lo cierto es que yo no los elegí y que sólo pasan por mi mente en razón de los patrones de pensamiento aprendidos, los estímulos externos tales como las noticias, las novelas y otras fuentes, como las cosas que suceden o las opiniones de otras personas.

Reconozco que la gran mayoría de esos pensamientos no los elegí conscientemente. No hice uso de mi libertad para elegirlos, sino que permití que fueran elegidos desde afuera de mí.

Me pregunto si estoy respondiendo a algún mandato en mis procesos de pensamiento. ¿Estoy siendo o haciendo lo que alguien espera que yo haga?

Quiero ejercer la libertad de elegir deliberadamente mis pensamientos, pues ellos son la punta de lanza de mi energía y lo que traza a la larga mi destino. Este es el epítome de la libertad humana.

Si me convierto en lo que pienso, como han dicho tantos grandes pensadores, entonces debo elegir muy bien lo que pienso, para convertirme en lo que quiero.

Esto lo explica muy bien la ley de la atracción, que indica que atraigo hacia mí lo que vibra de manera similar a como yo he estado vibrando.

En términos vibracionales, todo lo que me sucede es coherente con la vibración que he estado emitiendo. Por lo tanto, soy responsable de estar donde estoy y de las cosas que tengo a mi alrededor. Si no me gusta lo que sucede allí, tengo la libertad de cambiar mi vibra para moverme hacia otro lugar y atraer otro tipo de cosas. También tengo la libertad de no hacerlo.

La vibración es sólo la energía de los pensamientos que permito en mi mente, junto con la emoción que ellos generan.

Con respecto a las circunstancias en las que me encuentro, no interesa pensar si la culpa es mía o de otros, sino en el poder que tengo para cambiar. Y ese poder lo ejerzo desde mi libertad de elegir cómo quiero vibrar.

Claro que he vivido momentos de intensa libertad y quiero más de eso. Han sido momentos buenos y hasta gloriosos en mi vida y quiero aprender de ellos para repetir su patrón.

Ejercicios en la bitácora:

  • Anoto 3 momentos en que me he sentido muy libre. Indico las sensaciones y las emociones que este estado me provocó.
  • Expreso también “cómo sentía” mi capacidad de pensar y el tipo de pensamientos que tuve.
  • Indico cuánto quisiera sentir esas mismas condiciones en el presente.
  • Comparto con mi grupo.

 

El resultado es el crecimiento

El resultado de vivir en función de la alegría y desde una base de libre escogencia es el crecimiento y la integración de mi ser.

Si hago lo que me hace feliz y soy muy buen@ haciéndolo, entonces voy a dedicarme apasionadamente a hacer eso y el resultado será exitoso. Si lo que hago me apasiona, ni me resulta cansado hacerlo ni habrá nada que me detenga, pues la intensidad e interés que siento es enorme.

Allí está la gran diferencia entre las personas exitosas y las que no alcanzan el éxito, sea económico o del tipo que sea.

Mi plenitud, la vida de mis sueños, el éxito que siempre he soñado tener (sea cual sea), lo alcanzo porque permito que mis anhelos profundos emerjan, crezcan y se manifiesten. Porque permito que se manifieste lo que tengo escrito en mis códigos más profundos.

Eso es lo que hace el árbol de aguacate: seguir fielmente lo que sus genes le indican. Y por eso llega a tener éxito y a brindar sus cosechas abundantes de aguacate.

No es ningún secreto que quien hace lo que anhela desde lo más profundo de su ser, es feliz y termina teniendo éxito en su campo.

Si lo que me fascina es la carpintería, lo mejor que puedo hacer es practicarla y al respetar ese anhelo, es altamente probable que me convierta en un carpintero famoso y que me sobre trabajo. Podré cobrar muy bien por él y es muy probable que pueda desarrollar una empresa exitosa que me brinde abundancia económica.

Tendré más éxito como carpintero que si sigo alguna carrera sólo porque promete grandes beneficios o mucho prestigio. Tendré más éxito con la primera opción, no sólo económico, sino como ser humano integral.

Porque la verdadera medida del éxito es la cantidad de alegría que siento. El prestigio, la fama, el poder o el dinero no me garantizan la felicidad, que es, en última instancia, lo que sí importa.

Pero aquí hay algo que aclarar: si mi motivación es hacer lo que sea para llegar a tener dinero, puedo alcanzar esa meta, pero me pierdo a mí mism@ en el viaje. Por el contrario, si mi meta es hacer lo que me hace feliz, me mantengo conectad@ conmigo mism@ en el viaje y al final, es más probable que también haga dinero, logre prestigio y se me respete mucho por ser tan buen@ en eso que hago tan apasionadamente. En este último caso, gano por todo lado.

A final de cuentas, lo que debo respetar religiosamente es ese código que tengo en lo profundo de mi ser. Es lo que hacen todos los demás seres vivos en este mundo, excepto nosotros los humanos. Es una ley de la naturaleza que podemos entender simplemente como el orden natural de la vida.

Si entiendo bien el propósito de la creación, no necesito demostrar ni cumplir con nada que se me imponga desde fuera. Con todo respeto por las creencias de cada quien, no hay una nota de evaluación sobre la que me juzgarán al final de mi vida, de la misma manera que nadie juzgaría al aguacate por no dar mangos.

No es necesario cumplir con las expectativas de nada, ni de nadie. Los mandatos (tengo que, debo…) vienen de afuera y me arrebatan mi autenticidad.

Si respeto el código que fue insertado en mí en el momento de mi creación, que son mis anhelos más profundos, estaré honrando plenamente la razón por la que fui cread@; exactamente como el aguacate cumple su propósito de nacer, crecer, florecer y dar sus cosechas de aguacate. Y de, simplemente, ser feliz siendo eso.

Esto me lleva entonces a que mi valor no tiene nada que ver con los logros que yo alcance o haya alcanzado. Mi valor está dado y es – ya lo es y seguirá siéndolo – la razón que tuvo Dios o el universo para crearme. Esa razón la puedo interpretar a través de los anhelos de mi esencia. Sólo tengo que detenerme un momento e intuirlos, para entender que nací con esta verdad integrada en mí

Siento mi valor cuando me permito ser yo mism@, cuando soy auténtic@.

Y cuando me permito ser yo mism@, se desata la energía de mi esencia y se desata mi potencial.

 

Ejercicios en la bitácora:

  • Anoto 3 momentos en que me he sentido en pleno crecimiento. Indico las sensaciones en mi cuerpo, las emociones sentidas y el estado de mi mente, junto con algunos pensamientos que tuve.
  • Indico si siento mi valor al conectar con esos momentos de crecimiento. Aclaro si estaba siguiendo mis propios anhelos o si seguía instrucciones externas.
  • Comparto con mi grupo.

 

1.2- Comprendiendo qué pasa con los ciclos mal cerrados

Lectura previa: Curso causa y efecto

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Todo en mi vida lo puedo analizar como un ciclo. El día, con su comienzo, desarrollo y cierre es un ciclo. Una conversación es un ciclo. Mis años en la escuela fueron un ciclo. Mi vida entera es un ciclo con un principio que es el nacimiento y la infancia, un desarrollo en la adolescencia y adultez y un final en la vejez y muerte.

Las relaciones, eventos y procesos, los puedo ver como ciclos para comprender el rumbo que llevan y sus efectos. Tengo ciclos abiertos y otros cerrados, algunos positivos y otros negativos.

El siguiente diagrama de los ciclos y las espirales es muy general, pero efectivo en su aplicación a la vida cotidiana:

 

 

Este diagrama nos cuenta que si voy por la vida abriendo y cerrando los ciclos adecuadamente, voy fluyendo a manera de espiral ascendente. Ese es el ideal.

Si en algún momento dejo algún ciclo sin cerrar, esto me provoca una fuga de energía que debilita mi integridad.

Una comparación que aplica muy bien es cuando a una cuerda trenzada le dejo un extremo a la libre y pierde la trenza o se “desmecha”.

La cuerda se desordena y se debilita, pues su fortaleza requiere que las fibras estén trenzadas.

Algo muy similar me sucede al dejar un ciclo mal cerrado: me desintegra y hace que se fugue mi energía. Al andar cojeando con mi energía, es probable que deje otro ciclo sin cerrar, que el proceso de “desmeche” se empeore y las fugas de energía aumenten.

El problema empieza a manifestarse con falta de tiempo, indecisión, estrés, me siento abrumad@ y la vida se me complica. Todo por andar con asuntos no resueltos.

Pero no para allí. Cada vez que recuerdo un ciclo mal cerrado, vuelvo a revivir una emoción negativa. Esa es una emoción recurrente. Vuelvo a sentir la sensación de eso no resuelto y se me fuga otro poco de energía. O sea, un ciclo mal cerrado duele o al menos molesta durante toda la vida.

Una manera muy buena de comprender esto es que cerré ese ciclo en un nivel de vibración más bajo que el nivel en que empezó.

Luego comprenderé cómo puedo cerrar ciclos actuales y del pasado, incluso en ausencia de las personas involucradas. Por el momento, es importante que yo comprenda la gravedad de tener ciclos mal cerrados.

La gravedad no sólo se relaciona con la fuga de energía, “el desmeche” y la emoción recurrente: mientras no transforme mi energía, sigo repitiendo más círculos mal cerrados, pues sigo cargando la misma energía que los crea.

 

Ejercicios en la bitácora:

Los siguientes ejercicios van a generar malestar si me identifico con los pensamientos y emociones que surgirán. La intención es que los aborde con un sentido de investigación, como un doctor revisa una herida para realizar su diagnóstico. En vez de quedarme dando vueltas sobre lo que no funciona (o no funcionó) me aplico a reformular los pensamientos de manera constructiva.

  • Anoto 3 ciclos mal cerrados en mi vida. Indico las razones por las que me siento mal cada vez que recuerdo esos eventos.
  • Indico en una escala de 1 a 10 cuánta fuga de energía (qué tan feo) siento con cada uno.
  • Describo los pensamientos o creencias que lo generan y con mucha gentileza reformulo cada uno de esos pensamientos como se describe en el mini-curso de causa y efecto.
  • Comparto con mi grupo.

 

1.3- ¿Cómo cerrar efectivamente un ciclo?

 

 

Reviso de nuevo el asunto:

En la gráfica puedo observar el proceso de “desmeche” o desintegración: un ciclo mal cerrado torna la energía en mí más tormentosa, hace que sea más probable que deje otros ciclos malbaratados también y la cosa se va volviendo paulatinamente cada vez más inmanejable.

Al ir cerrando ciclos, poco a poco empiezo a “remecharme” y de esa manera voy recuperando mi integridad. Me voy volviendo de una sola pieza y dejaré de perder energía, hasta el punto de recuperar mi balance natural.

Se habla mucho de cerrar el círculo, de pasar la página y de dejar atrás, pero sin la adecuada transformación interna, eso no pasa de ser una buena intención.

La transformación efectiva la logro con la dirección que le doy a mi energía de manera integral, o sea, con mis pensamientos, emociones y sensaciones físicas.

Para alcanzar la transformación efectiva requiero de un proceso “sentido” a profundidad. Si lo hago con mi mente nada más, se vuelve una intención piadosa, pero inefectiva. Vivo intensamente el proceso con mi mente, con mis emociones y sensaciones, siempre con la intención de encontrar la resolución del asunto y cerrar el ciclo en un nivel de frecuencia más alto que el nivel en que lo abrí.

Utilizo mi imaginación, pero no como lo hago normalmente, sino en un espacio de mucha claridad, mucha quietud y profundamente interior.

Separo media hora durante la cual nadie me interrumpirá, apago el celular, enciendo una vela y un incienso (o quemador con una fragancia que me inspire), me pongo cómod@ y respiro profundamente tres veces, para subir mi nivel de frecuencia.

Le puedo llamar mi laboratorio o mi espacio interior de transformación. Con mi imaginación creadora genero un ambiente de inspiración profunda, cargado de expectativas de resolución, esperanza y sabiduría.

Es el lugar en el que formulo, reformulo y practico hasta llegar a un punto que sienta mi energía mejor que la anterior, que sienta alivio y que sea más constructiva.

Imprimo las herramientas del ejercicio o las copio en mi bitácora pues voy a necesitar tenerlas a mano.

 

Ejercicios en la bitácora:

Entro a mi laboratorio como está explicado en los párrafos anteriores y realizo lo necesario para subir mi nivel de frecuencia. Lo puedo entender como entrar en un estado de inspiración, quietud y presencia conmigo mism@.

Elijo el ciclo que quiero cerrar y trabajo sólo con este hasta el final. Después puedo hacer el procedimiento con otro.

Estando en alta frecuencia, repaso las siguientes herramientas una a una, visualizando desde ya la dirección que quiero darle a este cierre de ciclo.

  • Todo en la vida tiene dos lados como una moneda: el de la escasez y el de la abundancia. Cualquier asunto lo puedo ver como el vaso medio lleno o el vaso medio vacío. Si pongo mi atención en lo que falta, me sentiré mal y dirigiré mi energía hacia lo negativo. Pero si hago lo contrario, me impulso hacia una perspectiva que me alegra, me libera y me construye (me integra, me unifica).
  • Einstein nos enseñó que los problemas no se resuelven en el mismo nivel en que fueron creados. O sea, desde el problema no puedo encontrar la solución. Debo sacar la cabeza, por así decirlo, afuera de la caja del problema.
  • Cualquier problema lo puedo enfocar poniendo mi atención en él o en su posible solución. Un serio enredo lo puedo ver como una desgracia, el fin de lo bueno, la complicación, pero desde allí no lo podré resolver. También puedo remontarme hasta la solución que quisiera y enfocar mi atención allí, aunque aún no sepa cómo llegar a ella. Al hacer esto, se activan recursos de mi mente que antes no estaban disponibles, de forma que lograré más por acá que por allá[2].
  • Si me dicen que tengo una enfermedad horrorosa, puedo maldecir, echarme a morir y lamentarme hasta que llegue el final. Pero igual puedo visualizarme san@ y proponerme encontrar la manera de llegar allí, de recuperarme, de aprender para que no vuelva a pasar o, en última instancia, aprovechar positivamente hasta el último minuto que me quede. Todo depende de mi perspectiva, de cuáles anteojos quiero ponerme. Con cualquier asunto puedo ponerme anteojos positivos o negativos, constructivos o destructivos.
  • Corolario de todo lo anterior es que en mi imaginación creadora puedo poner mi atención tanto en lo que quiero como en lo que no quiero. Si lo primero, desato fuerzas que me impulsan en esa dirección y que me permitirán alcanzar algo bueno. Si lo segundo, me deslizo hacia el despeñadero. Es mi elección. Henry Ford decía: “si creo que puedo o si creo que no puedo, en ambos casos tendré razón”.
  • Cada cosa que me mortifica tiene un pensamiento base, que es el que le da esa perspectiva. Si me siento triste, la creencia puede ser “pobrecit@ yo o pobrecita esa persona”. Me pregunto si quiero pensar en el pobrecito o si prefiero enfocar las fortalezas que yo o esa persona tiene para salir adelante. En el primer caso estoy pensando destructivamente y en el segundo constructivamente. Si tengo miedo, la creencia puede ser “me pueden hacer daño”. ¿Quiero pensar en pequeño o en mi fortalecimiento?. Si algo me enoja, la creencia puede ser: “las cosas tienen que ser como yo digo”. ¿Quiero la soberbia o tiranía o me abro a la aceptación de que así son las cosas y a su posible modificación por otros medios más constructivos?
  • Yo no puedo crear en la vida de otra persona, o sea, no se vale soñar que la otra persona cambie en todas las formas que yo quisiera. Si una relación va mal, en vez de pretender que la otra persona cambie, me propongo cambiar yo para así crear un ambiente de más altura y sentirme mejor yo. Si estoy por dejar la relación, lo hago después de haber dado lo mejor de mí por el tiempo suficiente, y salgo por la puerta grande. Si estoy para quedarme, entonces merezco vivir de la mejor manera posible y lo logro conectándome con mi esencia. Independientemente de lo que la otra persona haga o sea, me fortalezco y vibro en altura, creando una atmósfera positiva, para que emerja lo mejor de mí. Puede ser que mi luz interior termine tentando a la otra persona a conectarse también y eso es lo mejor que puede pasar. Pero hago mi trabajo para construirme yo, sin esperar que la otra persona lo haga también.
  • La técnica de vivir el cierre de ciclo involucra mi imaginación a manera de video, con la intención de cambiarle el significado a ese evento. Veo, escucho y me muevo dentro de los acontecimientos que están “sucediendo en el video”, pongo pausa para formular bien la manera en que quiero cambiar ese video y grabo los cambios con los que armonizo. Puedo cambiar lo que dije o lo que dijo otra persona, puedo hacer que las cosas sucedan de manera diferente, puedo hacer lo que quiera; todo es válido[3].
  • Para cerrar un ciclo lo importante es prepararme muy bien antes: vivo profundamente el proceso en mi interioridad (en mi laboratorio) y formulo y reformulo la manera en que quiero cerrar. Si es un ciclo del pasado, aún en ausencia de las otras personas (si las hubiera), realizo el mismo proceso hasta formular la manera ideal en que hubiera querido cerrar. Una vez procesado el cierre, el trabajo principal está hecho. Dependiendo de cada caso, puedo (o no) buscar a las personas involucradas y comunicarles mi elección[4].
  • Cuando tenga claro el camino a seguir, bendigo mil veces y dejo ir. No porque la otra persona merezca mi bendición, sino porque yo me elevo mil veces al hacerlo. Lo hago por mí.
  • Muy importante: para cerrar un ciclo en un nivel más alto que el nivel en el que empezó, utilizo mi imaginación creadora para formular la mejor manera de cerrarlo, en la que yo sienta (1) que me alegra, (2) que me libera y (3) que me construye. Esto desata energías poderosas que me abren puertas, como veré muy pronto.
  • Sabré si el ciclo está bien cerrado si siento un alivio, si me siento liberad@ y si siento que me integro y me construyo. Verifico que esté cerrando en un nivel de vibración más alto que en el que empezó. Si todavía algo falta, repito el proceso con más creatividad.
  • Comparto con mi grupo.

 

Ejemplos de apoyo:

Empiezo generando la imagen de cómo quiero cerrar mi ciclo. Aclaro que aún cuando todavía no sé cómo lo resolveré, me puedo adelantar un poco y soñar cómo es que imagino, en el mejor de los casos, el desenlace ideal de este ciclo. Me mantengo en un nivel general, sin enfocarme aún en los detalles de la resolución final, que irán perfilándose en el proceso.

Por ejemplo: “Quiero hacerme muy grande (estar por encima de la pequeñez humana) y tener una perspectiva de mucha altura. Desde allí imagino que tengo la claridad más grande de la que soy capaz y una sabiduría excepcional. Imagino un final en el que se acomodaron las cosas (todavía sé cómo, pero me enfoco en ese resultado final) y comienzo a ver una salida grandiosa a este ciclo que deseo cerrar. Hay cosas que me hacían sentir feo, pero ya sé que era sólo una perspectiva y que, sin cambiar de tema, lo puedo ver con otra perspectiva. Me siento mejor y sueño con cerrar mi ciclo en paz, con integridad, claridad, aceptación, alegría y libertad. En la medida que pueda visualizar ese final más liberador, puedo ir intuyendo los detalles.”

Otro ejemplo: “Me molestaba que la otra persona no cooperara, pero ya sé que mientras me enfoque en eso, la dirección de mi energía será manejada por – en referencia a – esa persona. Entonces, dejo ir lo que no puedo controlar y asumo la dirección de mis pensamientos. Elijo ser una persona completa, bastarme por mí mism@ y dedicarme a crecer, a amarme y a dirigirme hacia un lugar más elevado. Entonces siento una energía de crecimiento. Si la otra persona llega a cambiar o no, está por verse, pero me voy liberando yo.”[5]

Otro ejemplo: “Le echaba toda la culpa a la otra persona, sin percatarme de que si yo hubiera sido más XXX (más list@, amoros@, atractiv@, eficiente, clar@…) las cosas no hubieran llegado hasta donde llegaron. Asumo constructivamente (sin juzgar) mi responsabilidad, bendigo mil veces (a mí o a la otra persona) y dejo ir. O la abrazo, para un nuevo comienzo.

Otro ejemplo: “El ciclo que quiero cerrar estaba atascado porque tenía una necesidad. Ya sé que esa necesidad partía desde la escasez y yo merezco mucho más que eso. Quiero que mi punto de partida sea desde la abundancia. Quiero ser, tener y hacer cosas que me alegren, me liberen y me hagan crecer. Elijo dejar ir lo viejo y pensar en que puedo alcanzar lo que quiero, aunque todavía no sepa cómo. Sí, quiero sentir que me hago atención en cómo deseo que siga;llegaron. y talentos as, para voltear el drenaje de enrg enfocar desde la abundancia y arlos armgrande.”

En fin, si alguno de los ejemplos aplica de alguna manera, fantástico. Si no, al menos me dan una dirección general.

Grabación: Relajación

 

1.4- Convirtiendo los ciclos en espirales ascendentes

Lectura previa: Documento Ley de la atracción

Las cosas, personas y eventos están y suceden a mi alrededor porque tienen una vibración similar a la que yo he estado vibrando. Esto suena a “nueva era”, pero la física cuántica y otras ramas actuales de la ciencia están llegando a esa misma conclusión.

Pero tampoco es una idea tan novedosa, pues desde tiempos ancestrales se ha dicho: “así como es afuera es adentro”.

Yo soy responsable de estar en el lugar y el momento preciso en que sucedió lo que sucedió. Si la dirección que le di a mi vida me llevó a estar en ese lugar y ese momento, asumo mi responsabilidad.[6] Si le hubiera dado una dirección diferente a mi vida, habría estado en otro lugar.

Una forma de entender lo anterior es que soy víctima de las circunstancias porque lo que sucede me hace vibrar en negativo, por lo cual atraigo cosas negativas. Pero esa es la interpretación que me resta todo el poder.

Me empodero de mi vida cuando elijo, libre y conscientemente, cómo quiero vibrar y qué dirección quiero darle a mi energía. Me salgo del círculo vicioso y tomo las riendas de mi vida. Como bien dijo Amado Nervo[7], “yo fui el arquitecto de mi propio destino”.

Para lo que interesa en esta sección, yo puedo cambiar para bien el curso de las cosas, si cambio mi manera de pensar sobre esas cosas, cambio mi vibración y al final genero (atraigo, produzco) un resultado consistente con la nueva vibración que he estado emitiendo.

Si estoy viviendo un ciclo que no va muy bien, puedo cambiar lo necesario para que vaya mejor. Esto es lógico en cierta dimensión, como por ejemplo, si estoy en un lugar que no me gusta y simplemente me voy. Sin embargo, en la dimensión de la vibración puedo comprender que si me encuentro en un lugar que no me gusta, es mi patrón de pensamientos y emociones el que genera el que me vea rodeado por esas personas y eventos. Siempre me puedo ir de allí, pero si no cambio mi energía, me encontraré más temprano que tarde, en otro lugar que tampoco me gusta.

Otro ejemplo es más contundente: si no tengo pareja, no puedo simplemente ir a buscarla mañana y ya completar esa ilusión. Lo que necesito es cambiar mi manera de pensar sobre el tema para emitir una energía diferente, pues la que he estado emitiendo me tiene en soledad.

Me queda claro entonces, que para mejorar las cosas en mi vida, afino mi vibración en la dirección de la mejoría. Si quiero ciclos positivos, “positivizo” más mi vibración. Si cambio el cuento que cuento, cambio mi vida y mis circunstancias. Pero este nuevo cuento que cuento debe ser de la boca para adentro, o sea, lo vibro auténticamente.

¿Cómo subir mi vibración en condiciones adversas? En vez de reaccionar a la realidad adversa, remonto hacia la solución ideal y la abundancia de lo que sí quiero.

¿Cómo hago con las otras personas que no cooperan? En vez de poner mi atención en su falta de cooperación, me elevo para ofrecer lo mejor de mí y crear mi entorno positivo, que al final hará la magia de transformar la situación.

¿Debo cambiar las circunstancias para elevar mi frecuencia, o será al revés? De cualquiera de las dos maneras, sólo que una me hace dependiente y la otra me empodera. Si las circunstancias son favorables, mi atención a ellas me hacen vibrar bien. El problema surge cuando se tornan desfavorables y yo ya me acostumbré a vibrar en función de lo que veo fuera de mí. Por el contrario, si independientemente de lo que veo, elijo cómo quiero vibrar, me empodero de mi propio destino sin depender de cómo andan las cosas por fuera.

Si he realizado el proceso para cerrar bien un ciclo y voy mejor que antes, pero aún no llego al ideal, con gentileza sigo repitiendo desde ángulos diferentes. La resolución llegará si, con el ideal en mente, me tengo paciencia y con cariño sigo dando los pasos hasta alcanzar lo que quiero.

¿Qué hago si todavía no surge en mí la gana de dar mi bendición[8] a esa persona tan mala? Lo mejor que puedo hacer es comprender que a esa persona no le dio la energía (y posiblemente a mí tampoco) para hacer algo mejor, en las condiciones en que estábamos en esos momentos. Si no puedo perdonar y dejar ir, me quedo atad@ a esa persona indefinidamente. Recuerdo que bendigo y dejo ir por mi propia liberación, independientemente de que piense que la otra persona no lo merece.

¿Cómo mantengo un ciclo en un nivel de frecuencia más alto que al inicio? Poniendo mi atención en cómo deseo que siga; en cómo, de manera realista, sueño que se desenvuelva. Como se aclara en el siguiente módulo, la mejor herramienta es imaginarme cómo sueño que sea este ciclo, aunque en este momento no lo sea así. Al remontar a ese ideal, se liberan recursos emocionales y mentales que antes no estaban disponibles, lo que me permite cambiar mi actitud de maneras antes insospechadas. Desde esa nueva vibración, voy inspirando un mejor ambiente para que el ciclo mejore.

En fin, si siento que un buen ciclo está decayendo, cambio yo para emitir una vibración más elevada y todo irá cambiando para bien. Mi actitud, mi sonrisa, mi calma serán factores muy positivos. Dejo atrás el estarme quejando y enjuiciando para dar paso a más aceptación, optimismo y alegría. Aunque las personas a mi alrededor no reaccionen de inmediato a la nueva energía, poco a poco, si mantengo mi luz encendida, se irán acercando a formas más armoniosas de interactuar.

Elijo mi nivel de frecuencia y de la vibración que emito.

Lo que quiero es cerrar los ciclos que no calzan con mis anhelos profundos, darle buen mantenimiento a los ciclos que sí quiero e iniciar con mucha conciencia, aquellos nuevos ciclos que quiero que sean parte de mi vida.

Me aprecio por estar haciendo esto.

Quiero que el rumbo de los ciclos en mi vida sea cada vez mejor. Quiero elevar mi nivel de frecuencia y el de mis ciclos. Quiero que estos ciclos se conviertan en espirales ascendentes que alimentan mi nivel positivamente al tiempo que yo los alimento también. Quiero que se conviertan en ciclos virtuosos.

Hago esto porque me amo y me valoro.

Quiero rodearme completamente por espirales ascendentes para vivir la vida que siempre soñé vivir.

Siento en este momento que lo merezco y que tengo derecho a vivirlo.

Quiero más alegría, inspiración y fuerza interior. Quiero sentir mi valor y tener siempre clara la dirección de hacia donde quiero ir.

Todo eso que quiero, será más posible si hago las paces con mi presente, con el lugar en que estoy. Tal vez no sea donde preferiría estar, pero a fin de cuentas estoy aquí y ahora. Aprecio entonces que estoy trabajando conmigo mism@ para ser mejor persona y que me estoy aceptando y me valoro cada vez más.

 

Ejercicios en la bitácora:

Trabajo sobre lo siguiente:

  • Elijo un ciclo que quiero cerrar. Me permito soñar… Si todo fuera perfecto, si tuviera cuanto recurso fuera necesario, si lograra que todo se acomodara:

¿Cómo imagino que me sentiré después
de haber cerrado exitosamente mi ciclo?

Esta pregunta es clave, porque si no lo he imaginado antes y si no vibro en esa frecuencia, lo que tanto quiero no podrá manifestarse. Lo mismo, ahora en positivo: Para que lo que deseo se manifieste, lo imagino intensamente y vibro en su frecuencia. Y mantengo esa frecuencia en el tiempo.

De nuevo, puede ser que todavía no sepa los detalles de cómo voy a cerrar el ciclo. Eso lo veré después. Por ahora lo que importa es “salirme de la caja”, ganar altura, abrirme a una nueva perspectiva. Eso lo hago imaginándome el final deseado: verme alegre, liberad@ y construyéndome. Al verme así, se dispara mi fuerza interior, mi inspiración y mi sabiduría. Con este potencial desatado, me será más fácil ir generando la solución más adecuada, realista y en la que todo mundo gane.

Repito para otros dos ciclos que quiero cerrar constructivamente.

  • Elijo un ciclo importante en mi vida. Me permito soñar… Si todo fuera perfecto, si tuviera cuanto recurso fuera necesario, si lograra que todo se acomodara:

¿Cómo imagino que me sentiré después
de haber subido la frecuencia de mi ciclo?

Repito para otros dos ciclos a los que quiero subir el nivel de frecuencia.

  • Anoto en mi bitácora cómo me siento con estos escenarios que he imaginado. Indico las emociones que siento y los pensamientos que surgen.
  • ¿Puedo observar cómo se perfila ya la resolución ideal?
  • ¿Puedo “sentir” cómo mi mente se abre y tengo acceso a más sabiduría, más compasión y más creatividad?
  • Describo por escrito cómo es mi vida en este nuevo escenario que quiero para mí.
  • Comparto esto con mi grupo.

 

Cierre

Inicié este módulo con el tema de mi propósito en la vida. Comprendí que estoy estructurad@ energéticamente para buscar mi bienestar y felicidad en todo mi quehacer. Concluí que mi propósito es la alegría: ser feliz, siendo, haciendo y teniendo lo que anhelo desde lo más profundo de mi ser. Comprendí también que tengo una guía interior, especie de brújula, que por intermedio de cómo me siento, me indica si voy por buen camino, mi propio y auténtico camino.

Entendí que la libertad es la base misma de mi vida. Tengo la libertad de ser yo mism@ o de ser lo que la sociedad o ciertas personas esperan que yo sea. Me percaté de que mi libertad la puedo ejercer desde el instante mismo en que acepto un pensamiento o elijo otro que me resulte más coherente con mi esencia y la vida que quiero para mí.

Comprendí también que si, con base en la libertad, sigo fielmente mi propósito que es la alegría, el resultado es el crecimiento y la integración de mi ser. Desde aquí se desata mi potencial y vivo con pasión lo que atraigo hacia mí. O sea, alcanzo el éxito en todas sus versiones.

Discerní claramente que mi valor no tiene que ver con logros, sino con el permitirme ser yo mism@. Sentiré más mi valor conforme permita que fluya la energía que viene desde mi esencia.

Entré profundamente en el tema, observando que muchos de los eventos que vivo los puedo interpretar como ciclos y que éstos pueden ser constructivos o destructivos, abiertos o cerrados. Identifiqué mis ciclos mal cerrados y cómo esto me corrompe la energía – me “desmecha” – provocando fugas de energía y emociones negativas recurrentes. De inmediato inicié varios procesos para cerrar constructivamente esos ciclos y logré sentir alivio en algunos casos y un verdadero triunfo en otros.

Comprendo con claridad que si voy cerrando ciclos constructivamente, me voy “remechando” para reintegrar las partes disgregadas de mi ser en una sola pieza. Para lograr esto, requiero de procesos de transformación interior verdadera y no sólo su entendimiento con mi mente. Esa transformación implica vivir intensamente en mi imaginación los escenarios mientras los voy modificando con sabiduría y cariño, hasta sentir que esa vivencia me libera, me alegra y me construye.

Aprendí a empezar por el final deseado, lo cual desata la energía transformadora. Aprendía a reformular, que es la herramienta para cambiar el contenido en mi mente consciente y que me permite dirigir mi energía por senderos constructivos. Aprendí también que la dirección de mi energía depende de la perspectiva que yo tenga sobre las cosas.

Por último, entendí que yo atraigo hacia mí las cosas, personas y eventos que corresponden en esencia a la vibración que yo emito. Esto me motiva a vibrar muy positivamente y desde la abundancia para atraer cosas positivas y abundancia a mi vida.

Al fin comprendo algo que siempre me pareció ilógico: aunque la realidad sea adversa, puedo vibrar, imaginar, soñar con la realidad que anhelo, para atraer eso que anhelo.

Lectura opcional: Las voces del desierto

 

[1] Nota del autor: Las enseñanzas de Abraham Hicks han sido de las más importantes en mi proceso de crecimiento. Recomiendo consultar su sitio web www.abraham-hicks.com (en inglés).

[2] Busco una solución ideal, siempre dentro del principio de realidad. En otras palabras, no quiero soluciones mágicas o irreales, sino opciones racionales que le den un nuevo sentido al evento y que me libere y me fortalezca.

[4] Este proceso no sustituye la consulta profesional de ser necesaria. Es importante aclarar que no se trata de tapar una herida con pensamientos ilusorios, pues saltará con más fuerza después. Se trata de imaginar escenarios para cambiar mi manera de entender el evento, para transformar el significado que tuvo en aquel momento por otro más liberador, que puedo generar ahora.

[5] Otro comentario de Paula Del Valle: “No se trata de vivir en un mundo de fantasía en el cual, con la imaginación yo niegue lo que me duele. De lo que sí se trata, es de la reformulación de las situaciones, de la perspectiva de lo vivido, para crecer, aprender y encontrar paz, libertad, armonía, felicidad. Lo más importante es llegar a encontrarle sentido a la vida y al para qué y por qué de las cosas”.

[6] Se podrá sentir que cuidado al hacer o decidir algo, no para juzgar o buscar culpa, sino para

[7] Poeta mexicano nacido en 1870

[8] La palabra bendición se puede sustituir por desear el bien, ensalzar e incluso agradecer.