Sección I
Cosecho lo que he sembrado
En este punto no habrá duda alguna. Lo han dicho grandes maestros y profetas y lo vemos a diario en todos los aspectos de la vida.
Un agricultor no puede cosechar frijoles si lo que ha sembrado es maíz. Yo no puedo obtener alegría si lo que he sembrado es tristeza, enojo o reproche.
Puede ser que yo quiera tener paz, pero no me será posible hallarla si mi atención ha estado en la lucha: lucha en el trabajo, lucha en las relaciones, lucha en las finanzas, lucha contra el tiempo.
El poeta Amado Nervo lo dijo bien claro:
“…que si extraje las mieles o la hiel de las cosas
fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas
cuando planté rosales coseché siempre rosas”
Si busco alegría siembro alegría. Si quiero amor, siembro amor.
Napoleón Hill tiene una forma particular de decirlo:
“Pago el precio de lo que quiero por adelantado.”
Si quiero maíz (amor), busco la semilla del maíz (amor), la siembro, la riego y la abono. Me concentro en el crecimiento del maíz (amor) y elimino la mala hierba.
El trabajo de buscar y plantar las semillas y luego atender la plantación es el precio que pago por adelantado para obtener la cosecha.
Por otro lado, si permito la mala hierba, ésta crecerá y obtendré frutos no deseados.
De igual manera, si permito que mi atención se dirija hacia juzgar o criticar a otras personas, obtendré disgusto, rechazo y desaprobación por parte de otros.
Lo que pasa es que he desconectado algunos de los cables del sistema de Causa y Efecto.
Durante toda una vida he actuado de cierta manera sin comprender completamente que esa manera de actuar es la siembra. Luego suceden cosas (la cosecha) que no quiero y me cuesta entender las razones por las que suceden.
Hay cosas obvias, por ejemplo:
Si mi trabajo es mediocre, mi jefe no me va a dar un aumento. Si trato mal a mi pareja, me va a cambiar por otro. Si no estudio lo suficiente, me revientan en el examen.
Pero ¿cómo explico asuntos como la falta de paz, una baja autoestima o el éxito esquivo?
Si no siento paz, reviso cómo he estado vibrando:
- ¿Qué pensamientos han sido dominantes en mi mente?
- ¿He estado poniendo mi atención en los problemas o conflictos?
- ¿He estado sintiendo feo porque veo una gran diferencia entre lo que es y lo que quisiera que fuera?
Si no siento aprecio por mí mism@, reviso cómo he estado vibrando:
- ¿Qué pensamientos han dominado mi conciencia?
- ¿He estado poniendo mi atención en mis limitaciones, dificultades y carencias?
- ¿He estado sintiendo feo por lo mal que hago esto, porque no me aceptan o por la mala calidad de las condiciones en que vivo?
Si el éxito se me escapa por toda clase de grietas, reviso cómo he estado vibrando:
- ¿Qué pensamientos han sido dominantes en mi mente?
- ¿He estado enfocando mi atención en lo que puede fallar, en los fracasos anteriores y en los obstáculos que hay por delante?
- ¿He estado sintiendo feo por temores, enojos o dudas que surgen?
Según esta ley, no puedo estar cosechando algo diferente de lo que he sembrado – no hay vuelta de hoja.
¿Por qué en algunos casos sí entiendo las causas y sus efectos y en otros casos no?
Lo que sucede en mi vida (mi cosecha) es el resultado de los pensamientos que he pensado (lo sembrado)
Buda dijo algo similar a esto:
“Me convierto en lo que pienso”
Esta frase es potente.
Esta frase es clave.
Si tengo pensamientos que me hacen sentir que sí puedo, que me hacen sentir libre, que me hacen crecer, voy a disparar una serie de mecanismos que me construyen y fortalecen.
Si tengo pensamientos sobre mis limitaciones, mis fracasos y mis desencajes en general, disparo los mecanismos que provocan minusvalía, frustración y derrota en mi vida.
Causa y efecto. Siembro y eso que he sembrado es lo que cosecho.
Un tanto parecido a la manera en que funciona Google: Digito “fuerza” y me devuelve información relacionada con la fuerza. Digito “debilidad” y me entrega páginas relacionados con debilidad.
El buscador no me cuestiona si quiero más debilidad, menos debilidad o evitar la debilidad. Sólo responde a la palabra clave, sin preguntar nada más.
Haciendo buen uso de este ejemplo, sucede con mucha frecuencia que quienes están tristes digitan “tristeza”, y el buscador les entrega una infinidad de páginas sobre la tristeza. La lectura de algunas o muchas de esas páginas generará más y más tristeza.
Están sembrando mala hierba y cosecharán mala hierba.
Si estoy experimentando una situación que no me gusta, en vez de digitar eso que no me gusta, hago la tarea primero: me ocupo de aclarar qué es lo que preferiría al respecto, y digito eso.
- Si estoy deprimido, digito “esperanza” o “alegría”.
- Si estoy sintiendo mucha soledad, digito “compañía” o “amigos” o “grupos”.
- Si tengo miedo, digito “seguridad” o “fortaleza”.
Y así, en esa dirección es como logro sustituir los pensamientos de lo que no quiero por los pensamientos de lo que sí quiero.
Al hacer esa conversión, ya no estoy sembrando mala hierba sino las semillas que me darán el fruto deseado.
Lo que siembro es exactamente lo que cosecharé.
Lo que cosecho es exactamente lo que sembré.
Esto es sencillo y es exacto.